31.12.09
Escorpio
30.12.09
Libra
Cuando intentamos comprender el funcionamiento del signo de la Balanza, es útil tener en mente el concepto de equilibrio, que es a su vez causa de la tensión a adquirir en Libra, y se alcanza trabajosamente a través de la experiencia de la dualidad.
De acuerdo a nuestras reflexiones Libra, tanto cuando está especialmente activo como Luna, Sol o Ascendente individual como cuando hace sentir su presencia a niveles planetarios genera o facilita la llegada a un punto de comprensión en el desarrollo espiritual, y ese “detenimiento en tiempo” crea automáticamente un punto de tensión. Dicho estado es sumamente importante para la continuidad en el Sendero, porque cada punto de tensión significa una futura exteriorización de fuerza o energía espirituales, y en un sentido misterioso la adecuada construcción de dicho punto de equilibrio condicionará la calidad y más que nada la permanencia del servicio a prestar en el futuro.
Desde el punto de vista de la materia la actividad de Libra es vista como una pausa, como un detenerse a reflexionar y acaso a recargar vitalidad antes de afrontar nuevos retos. En cambio desde un punto de vista espiritual Libra implica dinamismo puro, ya que es ese momento de absorción con silencio en el que se recoge o aprehende la Voluntad Divina y se la manifiesta firmemente como Ley. Esa Ley interior deberá respetarse durante el siguiente estadio de la conciencia, Escorpio, cuando se prueba cuán fiel se permanece a esa realidad interna.
En la literatura esotérica se menciona a Libra como el signo activo en la época del pecado original y la infracción a la Ley divina, y esto nos permite asimismo ahondar en su significado. En la Biblia ese momento está marcado por el episodio en que Adán y Eva se reconocen como seres individuales y así distinguen el bien del mal, que no es sino la puesta en práctica de la separatividad, el principio de la evolución autoconsciente.
También existe una mirada relacionada a Libra en el relato de la época de Lemuria, durante la cual surgió a la existencia la mente humana. Nuevamente encontramos al signo como el facilitador de la dualidad, lo cual genera conflicto y paralelamente un impulso más o menos intenso de reunión de los opuestos, y es por ello que el Tibetano afirma que esotéricamente Libra rige el sexo. Veremos mejor esto a continuación.
Libra, que distribuye el Tercer Rayo de Inteligencia Activa, tiene tres regentes distintos que colaboran a su manera en esa construcción del equilibrio: el exotérico es Venus, el esotérico Urano y el jerárquico Saturno. A través de Venus es posible al afianzamiento en el plano mental, que es cuando se puede encontrar ese punto central de equilibrio que oportunamente abarca los pares de opuestos. Aquí vemos también por qué el sexo es la expresión física de Libra: Venus es la mente, y según el Tibetano la causa del deseo es la incipiente actividad e interacción de la mente con el plano físico denso; cuando la dualidad percibida intenta resolverse (más allá de lo natural), a través de la materia, toda la cuestión del sexo se ve grandemente estimulada, como se dice que sucedió en Lemuria y sigue sucediendo en la actualidad al emplear la mente-deseo para energetizar en centro sacro.
Por su parte Urano establece el ritmo deseado, anhelado o intrínsecamente aplicado en todos los planos, y de esa manera perpetúa el equilibrio. Y por último la presencia de Saturno nos sugiere que la disciplina, la restricción y el dolor presiden al signo de Libra, no desde una perspectiva emocional sino a nivel cósmico, ya que Saturno (o Cronos) es la expresión del tiempo, y en la existencia misma del tiempo ya encontramos la simiente de la separatividad, dada la diferencia entre lo Absoluto y lo Relativo, y el “dolor” de la limitación a un “círculo no se pasa” en la Vida debido a la elección de un Propósito determinado.
21.12.09
Capricornio
Capricornio es el signo de la transfiguración, que constituye la meta máxima para la humanidad en la Era actual; por su intermedio nos llega ese tipo de energía que culmina nuestros esfuerzos en pos de la concreción de nuestros propósitos, sean de la índole que sean; es ese momento de “iluminación” en que se comprende el para qué de una forma cualquiera, y esto implica inmediatamente el cierre de un ciclo y por ende la abstracción de la vida de la forma.
Capricornio es uno de los signos de la muerte, exotéricamente entendida, ya que representa un proceso de abstracción de la vida hacia su fuente original y ello provoca el ocaso de la forma. En ese sentido es interesante anotar que en la simbología actual basada en el Zodíaco del hemisferio norte (que nos condiciona por su aceptación) este signo rige el invierno, que es precisamente cuando la vida aparentemente se halla más alejada de nosotros.
Es asimismo un signo de muerte porque por intermedio de sus energías se llega al fin de todas las cosas, se les da concreción en su punto más acabado y por ende se cumple con su propósito, sobreviniendo la muerte; es por ello que no nos sorprende que el signo sea agente del Séptimo Rayo (en niveles superiores Tercero y por último Primero). Recordemos su lema exotérico: “que rija la ambición y la puerta siga abierta de par en par”; es la nota del esfuerzo en pos de objetivos egoístas que conducen a un final común y masivo.
Ello nos da base para mencionar los regentes: exotérico y esotérico es Saturno, el planeta de los anillos o “círculo no se pasa” de la conciencia, que colabora con la Vida fijando a lo inferior los límites en la Ley de la Evolución impartida por lo Superior. Este planeta es el que exige disciplina, esfuerzo y actividad en la materia; es el planeta por el que conocemos nuestros límites y bajo el cual cumplimos la Ley del Karma. Cuando trabaja a nivel externo fortalece o endurece la personalidad, pero oportunamente la agota, o si se quiere la asfixia dentro de sus propios límites demasiado estrechos para la conciencia liberada.
Aquí comienza su labor como regente esotérico, ya que durante eones la personalidad permanece ciega ante el fenómeno de la muerte, de sí misma y también de sus metas egoístas, que se suceden unas a otras sin ofrecer frutos esencialmente sustanciosos. A esto puede llegarse de dos maneras distintas.
En primer lugar, gracias a la interrelación con otros signos (especialmente con Leo, muy vinculado a Capricornio) se manifiesta una mayor conciencia espiritual, con lo que los antiguos límites se revelan como demasiado estrechos y se invoca al Ser Superior para que provea de un nuevo sentido a la vida. Se pasa allí a la influencia de Sagitario, que es el signo que sigue en el progreso lento de la evolución.
Empero, si la persona se ajusta a las demandas de su ser interior y Saturno opera en su nivel esotérico no rige la Gran Ilusión y el progreso es hacia el servicio de Acuario, por lo que la conciencia aprovecha las energías del signo para conseguir una poderosa abstracción, que está simbolizada por el Tercer Rayo como segunda energía y por Saturno, también del Tercer Rayo de Inteligencia Activa. Esa energía recogida dinámicamente gracias a la comprensión iluminada es entonces vertida con inteligencia y con un delicado conocimiento del tiempo (o karma) a fin de ayudar a nuestros semejantes.
El último regente, el más poderoso, es Venus, que al estar en la cúspide del signo se halla íntimamente vinculado a la naturaleza de Capricornio, la Luz. Venus es asimismo el símbolo de los Ángeles Solares, que sacrificaron su elevada evolución espiritual a fin de encarnar en la Tierra y responder al llamado egoico de la humanidad. Esto se relaciona con el lema esotérico del signo: “estoy perdido en la luz suprema, sin embargo, a ella le doy la espalda”. Es la expresión de un particular estado de conciencia, la cumbre de la comprensión, cuando tras dejar atrás los límites de Saturno lo único que permanece es la luz de la identificación y es precisamente esa luz la que impele al ser a tornar su vista espiritual “hacia el reino del dolor” (regido por Saturno), de manera de actuar como colaborador consciente de la Voluntad de Dios, ya que como marcábamos el Primer Rayo rige al signo en su aspecto más elevado.
Se trata de un elevado estado de realización espiritual, en el cual se vislumbra la respuesta al misterio del bien y el mal y el llamado “pecado original”. Si asociamos el estado de identificación con el espacio y el pensamiento con el tiempo, es posible comprender por qué se suele afirmar que un iniciado se encuentra más allá del bien y del mal; una interpretación nos lleva a suponer que desde las alturas de su vivencia ha alcanzado a abarcar o aprehender ambos fenómenos como una unidad, ya que no existe separatividad en la conciencia de un iniciado. Y por su parte, al haberse podido elevar por encima de la vibración de su cuerpo mental llega a experimentar la liberación del karma, que se halla sutilmente ligado a la mente separativa. Simbólicamente hablando, podemos decir que Saturno (agente de la Ley del Karma) ya no lo rige, y en cambio inicia su ciclo de influencia la fraternidad dimanante de Venus.
No podemos cerrar estas reflexiones sin una mención especial a la experiencia de la cumbre, tan típica de Capricornio. Se trata de un período particularmente auspicioso para meditar acerca de la relación existente entre la luz, la iniciación y la muerte, para reflexionar a la luz de la conciencia cuál es la montaña que estamos escalando en la vida y con cuánto sincero esfuerzo lo estamos haciendo. En ese sentido es que cabría considerar todo momento de elevación, como el fin de un ciclo y el recogimiento en la luz superior, para retornar con la llama divina cargada de planes, comprensión y voluntad, tras esa brevísima muerte.
Es asimismo la reencarnación con una perspectiva más amplia, desde la cual todos los problemas de la vida mundana parecen más sencillos. Sencillez es una característica de la creciente influencia de Capricornio y por ende de la iniciación, ya que la alta vibración nos eleva y nos impide perdernos en la maraña de disputas cotidianas. Una lectura de ello la tenemos en el ascenso de Moisés al Monte Sinaí, quien recibió los Mandamientos y cuando se dispuso a aplicarlos a su pueblo halló a éste absorbido por la materia y adorándola como el becerro de oro.
Puede ser entonces un momento oportuno para realizar un balance, tal como exotéricamente suele hacerse, y realizar un esfuerzo que eleve nuestra vibración y nos haga llegar a la cúspide de nuestra conciencia, a fin de refrescar nuestros orígenes y nuestra misión en la vida, y poder así “encarnar” nuevamente con renovada inspiración en ofrenda a la humanidad y al mundo, sencillamente lo que en cada Navidad (esotéricamente en Getsemaní) nos recuerda el Cristo con su ejemplo.
14.12.09
La importancia del Ascendente en la vida espiritual
En esta oportunidad nos parece importante recordar el valor que tiene el Ascendente en nuestro desarrollo espiritual, y para ello haremos una breve introducción sobre el rol de la astrología respecto a los siete rayos. A continuación nos referiremos al Ascendente, y cerraremos con referencias a sitios web que les permitan primero determinarlo con precisión y luego acceder a información sobre sus cualidades.
Sabemos por la teoría esotérica que cada individuo es una expresión de un Ser Superior, el cual cíclicamente encarna a fin de colaborar con el Propósito divino. Este proceso implica el ofrendar al planeta ciertas cualidades especiales que están kármicamente relacionadas con las posibilidades espirituales del Señor del Mundo, tanto en elevación como en oportunidad o tiempo.
Tales cualidades son energía espiritual afluyendo de planos superiores, y en el nivel del alma (que es el que más nos compete) se los denomina los siete rayos.
La astrología es llamada “la ciencia de las relaciones”, y si recordamos el vínculo entre relación y karma veremos que el tiempo, entendido como limitación al espacio (la perfección), implica el despliegue de condicionamientos y líneas de expresión. Eso significa que la energía afluirá al planeta de acuerdo a ciertos diseños extraplanetarios específicos, los cuales deberán respetar el karma planetario.
9.12.09
Sagitario
A fin de conocer mejor la función del signo, nos parece ilustrativo mirar brevemente a los otros reinos de la naturaleza. Como ya hemos señalado anteriormente, los signos zodiacales influencian no sólo a la humanidad sino a toda la evolución planetaria.
En ese sentido podría decirse que Sagitario es la causa subjetiva de una serie de fenómenos usuales en el reino vegetal y el animal: en el primer caso, cabría afirmar que es la energía sagitariana la que impulsa al girasol a torcer su orientación y buscar la presencia del Sol, a fin de obtener su sustento astral y pránico. En el segundo caso, Sagitario bien puede ser el fundamento esotérico del olfato, que como sabemos es el sentido por excelencia en el tercer reino.
Por supuesto que en el cuarto reino la función es distinta en potencia y en forma, pero la nota clave de la orientación permanece.
Sabemos por la literatura esotérica que la característica distintiva de la humanidad es la existencia de la mente, y fruto de ella es la generación de la dualidad, la cual primero debe presentirse, luego acentuarse para finalmente sintetizarse gracias a una paulatina identificación con la Supermente. En este proceso juegan un rol Sagitario y también Géminis, el signo opuesto y complementario de aquél. En esa línea, Géminis es el momento de la separación y Sagitario el de la búsqueda del camino para la unión; comienza a operar cuando se siente la necesidad de ir “a otra parte” para lograr la realización, es decir tras pasar por las duras pruebas de Escorpio se reafirma el compromiso de esforzarse a fin de alcanzar una verdad interior.
En la astrología exotérica, Sagitario rige la religión y los viajes al extranjero. Esto puede interpretarse como la expresión material de la misma verdad; la energía del signo parte de una dualidad, dirigiéndose hacia fuera y (espiritualmente) “hacia arriba”, es la consecuencia de la dualidad de Géminis. Esta función se relaciona con los rayos que distribuye el signo, el Cuarto, Quinto y Sexto, todos rayos de aspecto que trabajan más con la expresión en los tres mundos que con la identificación divina, con lo que las metas espirituales son exteriores a la conciencia presente.
Tal función no es de por sí negativa, más bien la llamaríamos indispensable para la salida y el encaminamiento hacia una meta superior. Cuando la persona recién emite destellos de espiritualidad, el regente que emplea para desarrollar el Propósito del signo es Júpiter, que con su 2º rayo garantiza la atracción de todo lo necesario para satisfacer los deseos, que son la gran meta en esta etapa.
Cuando la persona comienza a transitar por el Sendero espiritual los signos de la Cruz Mutable previos conducen a Sagitario y le permiten actuar en todo su poder: así, el desarrollo de la potencia de Venus (la mente, regente esotérico de Géminis) y la conciencia de que la forma vela al alma (la Luna en Virgo) hacen emerger en la persona la necesidad de seguir una vida espiritual y llegar a ser lo que presiente que puede ser.
Ese momento de búsqueda está regido esotéricamente por Sagitario, y el regente en ese nivel es la Tierra, planeta de 3º rayo. Esto es apropiado, ya que generalmente comienza aquí ese período de búsqueda ansiosa, de experimentar distintas enseñanzas, pareciendo todas atractivas y de valor, queriendo sentir y conocer todo lo divino al mismo tiempo, así como “hacer algo” en la Tierra por quienes aún caminan en la oscuridad de los tres mundos.
Esta regencia puede durar muchos ciclos de vida, como lo vemos a diario, y eso indica que por más que no figure en la carta natal Sagitario estará activo esotéricamente en una etapa definida como la de la búsqueda espiritual.
Pero aún existe otra función en lo que a la humanidad concierne, que se enlaza con el 6º Rayo distribuido a nivel jerárquico por Marte. Como sugeríamos antes, el 6º Rayo se encuentra activo en todos los niveles y es uno de los impulsores a la búsqueda de algo más allá de la conciencia, sea externo o interno en la forma.
Cuando el 6º se expresa a través de Marte, la energía de Sagitario rige esa etapa subjetiva en que la persona consagra absolutamente toda su conciencia, que es todo lo que realmente tiene, al servicio planetario. Ya no se trata de la búsqueda de un Sendero, sino de la unión de todas las partes del Ser al silencio, a la realidad supraconsciente que fundamenta toda búsqueda; se trataría así de fundir la vibración de los vehículos con la de ese estado de conciencia, de “apuntar” hacia esa meta.
Este viaje es muy breve y termina en el plano búdico, que es el plano de la intuición; las flechas son mentales y el arco debe ser dejado en la puerta del reino de la razón pura; la llegada a esta puerta indica que se está (al menos en ese fugaz momento) bajo las energías de Capricornio, que como sabemos rige la “puerta de salida” de la evolución, la máxima culminación humana, así como su opuesto y complementario Cáncer rige la puerta de entrada.
Otra faceta de esto tiene que ver con la manera en que nos aproximamos al alma: es sabido que siempre utilizamos uno de nuestros vehículos para la recepción de la guía interna, y en las etapas iniciales de “oír y tomar conciencia” la información primero es recibida y luego conceptualizada, es decir que vamos detrás de la voz interior. Ahora bien, Sagitario nos da la oportunidad de corregir la meta, con lo cual tal vez haya una línea de menor resistencia para estudiar acerca esos procesos de desarrollo espiritual que van desde el oír la voz del alma a “mirar hacia arriba y no hacia abajo”, y así directamente fundir nuestra conciencia con su fuente dimanante. Es otra manera de entender la metáfora de apuntar la flecha y correr tras ella, en este caso a una velocidad divina.
Es así como Sagitario puede regir con especial énfasis en caso de estar presente en la carta exotérica como Ascendente, Sol o Luna principalmente, pero además preside una etapa muy particular del desarrollo de la conciencia como la de orientación o reorientación, que todos vivimos a diario en distintos niveles y duración, y que tiene incluso analogía con el traspaso de las energías de los centros inferiores a los superiores.
Se trata en suma de un buen período para examinar cuál es la meta que tenemos en nuestra vida, hacia dónde estamos yendo en nuestra vida espiritual y cuán coherentes somos con ese compromiso interno.
Es asimismo un período propicio para ajustar la meditación, que se nutre de un propósito bien definido y que en caso contrario hace a la mente dispersa y poco irradiativa, ya que las energías de este signo nos pueden ayudar a mejorar con menos esfuerzo todo lo atinente al enfoque, emocional y mental.
Por último repasemos las notas claves del signo: exotéricamente es “Busca el alimento”, y hace referencia a la necesidad expresada por el signo de conseguir un complemento que solucione la dualidad conocida en Géminis, si bien en esta etapa suele expresarse en niveles materiales. Sí es más clara la nota esotérica: “Veo una meta. Alcanzo esa meta, y luego veo otra”, dado que refleja la búsqueda interior y la vivencia de la iluminación que produce la llegada, que en última instancia no es otra cosa que la meta para la cual todos nos estamos preparando, la iniciación.
5.11.09
Virgo
Leo
Cáncer
Géminis
12.6.09
La Astrología de La Gran Invocación - Parte 3
La Astrología de La Gran Invocación - Parte 2
8.6.09
La Astrología de La Gran Invocación - Parte 1
21.5.09
El Trabajo bajo Tauro
Hércules en Tauro
Intro a Tauro
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