Los tres niveles del horóscopo

28.1.10

Acuario, la conciencia grupal y la reaparición del Instructor del Mundo


El período regido por el signo de Acuario tiene una connotancia grupal, porque gracias al funcionamiento combinado de sus rayos y regentes abrimos nuestro corazón a quienes nos rodean y ampliamos la esfera de la conciencia individual, transformándola en percepción humanitaria.

Se afirma que el signo distribuye energía de Quinto Rayo, y la misma es fusionada con las fuerzas de la Luna, Júpiter y Urano, regentes jerárquico, esotérico y exotérico respectivamente. Todos estos planetas confluyen en un mismo fin, que es el complementar la conciencia individual desarrollada en su signo opuesto, Leo, y descubrir espacios de interrelación con los demás en la medida en que el amor se desenvuelva y el Propósito surja dentro de nosotros.

Dado nuestro nivel de evolución como humanidad, puede decirse que esos nuevos espacios son abiertos a través de la acción del regente esotérico, Júpiter, planeta de 2º rayo. En otras palabras, la conciencia grupal es la expresión del corazón, la exteriorización en los tres mundos de algo de lo que antes sólo éramos conscientes internamente. Es un estado primero de afecto, luego de atención y más adelante de sintética comprensión. Todos de a poco van quedando bajo el umbral de la conciencia, a un punto tal que en cierto estadio es difícil recordar lo “cerrado” del egoísmo. Esto rige sobre todo para pequeñas cosas, y se va ampliando a todos los ámbitos del vivir diario a medida que prosigue el servicio y afluye energía liberadora desde los planos superiores.

Eso nos lleva al tema de la fuente de la conciencia grupal: la frase que explica la dinámica del signo a nivel material es “que rija el deseo en la forma”. Empero, a nivel espiritual el alma dice “soy el agua de la vida y fluyo para los hombres sedientos”. El Quinto Rayo, mental por naturaleza, nos sugiere en Acuario que el verdadero amor es el del alma y que ésta se encuentra anclada en el plano mental, el quinto.


Sugiere además que el punto de encuentro por excelencia de la conciencia grupal está en el plano mental, en donde deben fundirse mente y corazón y ambos tornar las puertas del plano búdico. Como diría Vicente Beltrán Anglada, “amar con la mente y pensar con el corazón”. Eso nos da una pauta acerca de la fusión entre la forma y la conciencia y la creciente expresión del alma junto al ser humano conscientemente activo, que extrae su inspiración y libera todo su poder de la comprensión de que el corazón suyo y el de sus hermanos son uno.

Ese proceso de exteriorización en la conciencia diurna también se da masivamente e implica una gran oportunidad, ya que el físico es el último plano y a partir de allí es posible la síntesis con lo superior en un todo más radiante. De allí que en la literatura esotérica se hable también de que en esta Era de Acuario será posible la invocación del Avatar de Síntesis, que viene a proveer la necesidad de la humanidad y encerrar en un círculo más comprensivo la evolución en todos los reinos del planeta. Esta energía de síntesis sólo puede ser invocada con el corazón, porque es el sello que pone fin a la comprensión del Plan, y todo contacto con la Jerarquía está regido naturalmente por el amor, el principio relacionador entre la materia y el espíritu.

En esa línea, el vínculo en Acuario entre Urano (7º rayo) y Júpiter (2º) nos habla asimismo del proceso de Exteriorización de la Jerarquía. Si tenemos en cuenta que Acuario siempre tenderá a incluir a la conciencia individual en un grupo, vemos cómo en un nivel básico esa energía es expresada como correctas relaciones humanas (7º rayo, el de las relaciones), y dado que dicho signo regirá macrocósmicamente durante los próximos 2000 años, se adivina una especial oportunidad de desarrollo para el planeta, a través del tendido de hilos de luz que a medida que vayan llegando a zonas lejanas de la vivencia humana invocarán aún más inclusividad y síntesis. Esto representa una gran oportunidad de acelerar el desarrollo evolutivo y de participar más conscientemente en él. La Luna, velando a Urano, nos habla del Propósito oculto subyacente en el amor encarnado por la Jerarquía.

Si aplicamos la analogía, vemos que así como cada ser humano individual está kármicamente ligado a un alma que lo inspira, así la humanidad en su conjunto es guiada por un amoroso Instructor, que cíclicamente nos acerca nueva enseñanza sobre el proceso evolutivo que tenemos por delante y nos acompaña en su desenvolvimiento. Esto es especialmente aplicable en la Era de Acuario, porque en este ciclo la energía del alma llega al plano físico.

Según el Tibetano la entrada en la Era de Acuario se verá acompañada por el retorno al plano físico de ese Instructor: Cristo, el Imán Mahdi, el Mesías, Maitreya, Krishna o como lo llamen las distintas religiones. Es ineludible destacar que recientemente la organización Share International ha hecho un anuncio sobre Su retorno. Esto merece mucha reflexión y respeto, y por lo menos nos habla de indicios claros (astrales, mentales o intuitivos) acerca de la continuidad del proceso de exteriorización de la Jerarquía, o sea el nacimiento del Cristo interno en el corazón. Que ese día llegue para la humanidad lo antes posible es anhelo y compromiso de todas las personas espirituales; Acuario nos facilitará el dar un paso más en esa dirección.

15.1.10

Nuestra relación con los astros





La astrología y las energías
                                       
Las siguientes reflexiones valen tanto para el astrólogo como para la persona espiritual que de alguna manera guarda en su conciencia un espacio para la relación con las energías provenientes de los planetas, los signos y las estrellas. Las dos formas clásicas de contacto son la profundización del conocimiento sobre el signo solar, que paulatinamente debe ceder lugar al Ascendente, y las meditaciones de plenilunio o incluso de luna nueva, según el Tibetano base de la futura religión mundial.

Lo que nos interesa destacar son extensiones de dos famosos axiomas ocultos: “la energía sigue al pensamiento”, y “así como un hombre piensa en su corazón, así es él”. En ambos casos tenemos la síntesis de la actitud que debería presidir nuestra interacción con los astros.

Sabemos por la teoría esotérica que todo en el universo es energía, y esa energía es clasificada en siete, los siete rayos de energía espiritual. Esos rayos son manifestados mediante estrellas, signos y planetas, entre ellos los de nuestro sistema solar, y su energía hace de nosotros lo que somos y seremos; en ese proceso de desenvolvimiento llevamos a cabo un “plan” de vida de forma más o menos consciente, y a medida que avanza la evolución se descubre que es posible ser un reflejo individual consciente de las cualidades y la potencia del Macrocosmos, lo cual acelera nuestro progreso al tiempo que complementa la intención del Maestro al cual asistimos como grupo ashrámico, siendo la actividad de este Maestro una extensión formulada en el tiempo de la Voluntad Divina.

7.1.10

La importancia de los plenilunios




La importancia de los plenilunios

Seremos muy puntuales en el desarrollo de esta idea. El aspecto central a destacar y mantener presente en la mente es que el plenilunio representa una definida oportunidad de colaborar con la afluencia de energías espirituales al planeta y por ello mismo de colaborar con el aspecto del Plan que kármicamente nos corresponda.

Como afirmábamos en el artículo sobre Libra, así como la humanidad crea en los planos inferiores recibe su inspiración y guía desde los planos superiores, y en la tensión creada entre ambos acelera su propia evolución espiritual.

Esa evolución se rige por ciclos, por procesos de invocación y evocación que en su sucesión y bajo la Ley de Economía evitan un sobreestímulo de energía tanto a la materia como al espíritu.

En ese marco un plenilunio es el punto máximo en lo que hace a la afluencia de energías espirituales. Astrológicamente se lo representa como la oposición entre la Luna y el Sol, dos polos de la conciencia, y esa oposición ilustra el punto de máxima tensión experimentado por la forma y la conciencia bajo la influencia de un signo determinado.

Dado que la tensión implica oportunidad, se hace claro que el punto más propicio para realizar un esfuerzo en pos de la evolución es durante el período del plenilunio, que según el Tibetano constaría de dos días de preparación, uno de contacto y dos de recepción.

Pasemos ahora a lo individual: ese período de tensión es precisamente eso, una vivencia de esfuerzo y desafío, sobre todo en la relación alma-personalidad (cuerpos mental, astral y físico). Y suele ocurrir que el progreso razonable experimentado durante el mes se vea jaqueado por el sobreestímulo, y entonces se llegue al plenilunio con una postura “light”, desentendida de la necesidad y la oportunidad de mantenerse firme en la luz.

Tengamos en cuenta que se trata de un ciclo de mayor conciencia, y que eso pondrá de manifiesto los problemas de la personalidad así como acrecentará tal vez la conciencia de la actividad de los señores lunares, es decir los vehículos inferiores. Se trata en sí de una afluencia de luz, pero de no ser capaces de permanecer espiritualmente alineados nuestro servicio a la humanidad a prestarse en ese plenilunio se verá frustrado, e individualmente se cerrará otra puerta para nuestra evolución espiritual.

En conclusión, cada plenilunio es para un discípulo con formación esotérica como una prueba de su compromiso con el Plan y con la vida superior que se ha comprometido a vivir; es importante orientarse correctamente y realizar un esfuerzo para elevar la vibración durante aquellos días. En el momento actual cada esfuerzo es necesario a fin de edificar un nuevo orden mundial cada vez más armónico con la visión obtenida a partir de la posguerra.

3.1.10

Bases para interpretar esotéricamente una carta natal: Ascendente y nivel de desarrollo espiritual



El marco y la orientación del astrólogo

La astrología esotérica NO niega los postulados de la astrología convencional,sino que más bien los amplía o si se quiere los nutre con mayor significado. A nivel psicológico, podría decirse que la astrología común opera con alta eficiencia en la interpretación de lo que ocurre con un sujeto en sus niveles físico, emocional y mental, es decir hasta alcanzar la integración de la personalidad.

Empero la experiencia nos demuestra que la evolución continúa, y que cada vez son más las personas a las que no les resultan suficientes o cargadas de contenido las respuestas que proporciona la astrología común, y es allí donde surge la astrología esotérica.


En ese sentido, lo esotérico tiene que ver con la conciencia, así como lo exotérico con la forma y lo divino con la Vida, si bien en este último caso hablamos de un nivel iniciático por lo general ajeno a una consulta astrológica

La astrología esotérica entonces posee un método y una base teórica apropiados para proporcionar las respuestas a nivel del alma, y en esto debe complementar lo que pueda decir la astrología común, que suele ahondar en significados espirituales, pero muchas veces sin la amplitud y el toque de “presencia” de un enfoque esotérico.