El autoconocimiento
En la
simplicidad universal del mandato
délfico “conocete a ti mismo”
está inscrita la inspiración que nos acerca a nuestro Origen.
Gracias a la sencillez de este aforismo podemos intuir que para
penetrar en la profundidad de su significado debemos practicar altas
dosis de honesta reflexión junto con su correspondiente
instrospección comprensiva.
Podríamos
muy bien decir que conocerse a uno mismo implica iniciar un camino
que va del exterior al interior. Del hecho objetivo hacia su causa
subjetiva. De la imagen aparente hacia su significado desvelado. De
la fuerza excluyente o condicionada del deseo personal a la energía
incluyente o incondicional del amor del alma.
Para
andar este camino ante todo es menester que la conciencia tenga la
sincera necesidad de andarlo. Una vez aparece
el “chispazo” o la real motivación de avanzar, será la propia
Alma o Conciencia la que marcará los pasos y ritmos necesarios para
llegar a reconocer o ser consciente de la energía fundamental a la
que ella misma pertenece, la divina cualidad que le permitirá
alcanzar el Origen.