Los tres niveles del horóscopo

10.8.11

Leo: el pequeño yo y el Yo Superior

Ricardo Georgini



El pequeño yo y el Yo Superior

El trabajo de Hércules relacionado al signo de Leo es la muerte del León de Nemea. Quinto signo del Zodíaco, Leo estimula en los seres humanos la autoconciencia y la autorregencia. Este trabajo representa el descubrimiento de un yo más profundo y el ejercicio de conducirse en la vida a partir de este centro.

Un monstruo terrible, un león enorme y de piel impenetrable por cualquier arma, asolaba la región de Nemea. Sus habitantes estaban atemorizados y no podían vivir y desarrollarse normalmente. Hércules recibió la tarea de eliminar a la fiera. Cuando encontró al león, le disparó flechas, que rebotaban en su piel y caían al suelo. El león se fue aproximando al héroe, rugiendo de modo amedrentador, pero Hércules gritó con igual fuerza, con lo que la fiera se dio a la fuga.

Hércules persiguió al león hasta su guarida, que era una caverna con dos aberturas. El héroe entró por una y atravesó la caverna oscura hasta salir por la abertura del otro lado, sin encontrar a la fiera. El león había salido por la segunda abertura y vuelto a entrar por la primera. Entonces Hércules reunió algunas ramas y bloqueó una entrada, entró por la otra y también la bloqueó. Así, en la oscuridad de la caverna, se enfrentó solo y desarmado al monstruo. Agarró al león por el pescuezo, apretándolo hasta que muriese ahogado. Después usó la garra del propio león para cortar y quitarle la piel, con la que pasó a vestirse.

El león es llamado el rey de la selva y representa el regente interior de cada ser humano: nuestro yo. El yo es como el Sol; es la fuente de luz y conciencia y el centro de nuestra vida psicológica. Una de las principales tareas evolutivas de todo ser humano es desarrollar la autoconciencia, y eso es lo que todos estamos haciendo, lo percibiamos o no, a través de todo lo que buscamos y realizamos en el mundo. 

Cuando hay autoconciencia, el yo puede actuar como el regente interno, armonizando pensamientos, sentimientos, deseos, palabras y acciones, y produciendo una vida de suceso.

Los que aspiran a hollar el sendero espiritual deben estar bien encaminados en el desarrollo de la autoconciencia. No existe la espiritualidad genuina sin autoconciencia. Sin embargo, el largo y arduo trabajo de desarrollar la autoconciencia y fortalecer el yo se hace a través del autocentramiento y el autointerés, y muchas veces lleva a un egoísmo exacerbado, ambición desmedida, orgullo exagerado y vanidad excesiva. Es esa condición la que el león monstruoso del mito representa.

Por detrás del yo que conocemos, existe lo que podríamos llamar un yo más profundo: el Yo Superior, nuestra esencia espiritual. El pequeño yo está caracterizado por un sentido de aislamiento y separación, mas el Yo Superior sabe que es uno con todos y con todo. En el mito, Hércules representa ese Yo Superior, buscando eliminar los excesos del pequeño yo.

El león era invulnerable a cualquier arma, lo que significa que ningún artificio mental, teoría, creencia o técnica podrá solucionar la exacerbación del yo. Las dos entradas de la caverna representan los pensamientos y los sentimientos, y mientras estemos involucrados con ellos, el pequeño yo seguirá engañándonos y jugando con nosotros.

La solución encontrada por Hércules fue la de sofocar al león, impidiéndole respirar el aire que le daba vida. El aire que vivifica al pequeño yo es nuestro interés en nosotros mismos. Así, sofocar el león significa dejar de dar tanta importancia y prestar tanta atención al pequeño yo, con sus defectos y cualidades. La exacerbación del yo es causada por el autointerés y no podrá ser corregida por la preocupación por el autoperfeccionamiento. La solución es el auto-olvido.
Ricardo A. Georgini
ricardogeorgini@yahoo.com.br

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