
VIRGO - LA MADRE
Virgo es un signo muy importante para la vida espiritual, porque lleva en sí las energías del Amor y la Devoción, tan necesarias para el desarrollo de la conciencia espiritual. No es en sí una energía que facilite los avances materiales, pero las oportunidades que brinda para el enriquecimiento del ser interno son muy amplias. Con esa idea en mente, veamos primero los rayos que se expresan mediante el signo y su relación con los regentes.
Según El Tibetano, a través de Virgo fluye la energía de tres rayos, respectivamente el Segundo de Amor-Sabiduría, el Sexto de Devoción e Idealismo y el Tercero de Inteligencia Activa. Los regentes son Júpiter (jerárquico), la Luna (esotérico) y Mercurio (exotérico).
Observemos que el Tercer Rayo en este signo opera en último lugar (sólo en el nivel de los tres mundos), es decir subordinado a los otros dos rayos; la actividad inteligente es provocada en base a una energía atractiva; en otras palabras, en última instancia sólo el amor (2ºR-6ºR) genera verdadera actividad (3ºR) en Virgo .
Los otros dos rayos vienen a mostrar (entre otras cosas) dos formas diferentes de ver una misma realidad, que es la de la gestación de la conciencia espiritual. En un sentido inferior se considera que es devoción la relación que la Madre (Virgo) tiene con el hijo; en un sentido más íntimo la Madre ama al Cristo interno de forma total y sin condicionamientos, con lo que el amor se expresa puramente como identificación.
En el desenvolvimiento de Virgo podemos ver cómo, después de emerger la conciencia en Leo, se pasa a revestirla de forma y así a atraer materia digna de formar los vehículos del alma; para eso es necesario un planeta que exprese adecuadamente la Atracción y de allí que Júpiter (planeta de 2º rayo) sea el primer regente.
Una vez que el material está presente, se trata simplemente de nutrir la vida interna con lo que pueda necesitar, fomentando su desarrollo pero de manera indirecta, para que el ser en gestación pueda obtener los elementos que luego lo hagan independiente. El aporte es ahora una especie de irradiación velada, y cubriendo esas funciones encontramos a la Luna, que vela la luz de Vulcano y Neptuno.
Por último se revela la Presencia, asentando desde los planos superiores hasta la conciencia física un canal de luz basado en la comprensión del Plan. Esa afluencia de luz es facilitada por Mercurio, el regente exotérico.
Lo anterior se refiere esencialmente a las relaciones rayos/regentes, pero en Virgo tenemos otras cualidades que pueden extraerse de aquella estructura y resumirse en algunas palabras clave: receptividad, dependencia, identificación y humildad.
Astrológicamente, Virgo es un signo femenino y negativo; esa función de recepción es acentuada por sus características especiales. Se trata de la energía de la Materia que responde al Propósito o al Plan, que construye en base a los arquetipos divinos. Virgo es, en un sentido, ese signo que presta atentos oídos a lo superior y se dedica no a emprender por su mera potencia, como podría ser Aries o Leo, sino que actúa en función de lo que manda la Voz del Silencio, o fracasa.
Eso nos lleva al segundo término, dependencia. A través de Virgo aprendemos hasta qué punto lo superior depende de lo inferior para llevar a cabo su Propósito, y a su vez lo inferior depende de lo superior para su realización. Es la identificación, la continuidad de conciencia fruto de la aniquilación del egoísmo, que previamente requiere el desarrollo de esa gran capacidad de atracción que facilita el signo. En caso de primar el egoísmo, el resultado es el fracaso, porque la dependencia necesaria para llevar a cabo cualquier empresa no es comprendida en un sentido espiritual y la energía del amor no puede fluir libremente.
La correcta dependencia, con el yo como parte del Todo, inspira a la conciencia en un proceso de creciente humildad a medida que se desarrolla el servicio, llegando a la identificación (aunque sea por un instante) entre el Servidor y el Servido. Esa fusión, generada por las energías amorosas que afluyen desde Virgo a los corazones de los hombres, acrecienta la luz interna y prepara el camino para la Salvación, esotéricamente entendida.
Eso nos conduce al último punto, que es la relación de Virgo con Piscis, su opuesto complementario. Podríamos decir que el Salvador pesca y eleva; Virgo podría ser la red que se extiende horizontalmente y se sacrifica perdiéndose en el espacio para cumplir el Propósito, actuando más velada que visiblemente pero con igual fidelidad a lo divino.
En conclusión, Virgo es el alimento que ocultamente nos da los fundamentos para actuar en este mundo, el oído silencioso y atento a los dictados del Yo superior; contemos o no con su energía en nuestro Ascendente o Sol, el período que se avecina es propicio para reflexionar sobre el Amor y el sacrificio, sobre la necesidad de servir a los demás y la imposibilidad de no hacerlo, sobre la ilusión del egoísmo y el valor de la humildad. Es también la oportunidad del silencio, la purificación y la preparación para abarcar nuevas realidades y acrecentar por irradiación la luz del mundo.
Martin Dieser
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