Por Martín Dieser
Pensar en el aporte que el signo de Cáncer hace a la humanidad, en el lugar que ocupa en nuestra conciencia, inmediatamente nos conduce a una palabra: construcción, muy afín por cierto al lema esotérico de este signo, que es:
“construyo una casa iluminada y moro en ella”
Conviene sin embargo no tomar superficialmente al término, y más bien reflexionar acerca de qué se entiende por construcción. Desde la perspectiva corriente, nos indica una actividad de “hacer”, sea física, emocional (“manejar” emociones) o mental (lo mismo con los pensamientos). Pero aquí la teoría esotérica nos recuerda que el plano mental, donde nosotros intentamos afianzarnos, es apenas el subplano gaseoso del plano físico cósmico, y por lo tanto no es un principio, como recurrentemente dice El Tibetano. Eso significa que la verdadera actividad y el impulso más puro no emana de nuestro plano mental (el gaseoso cósmico), sino de los subplanos etéricos cósmicos, de cual el búdico es el primero.
Y nos recuerda asimismo que el alma es una gran constructora, pero que a diferencia de la personalidad “construye sin tocar”; la actividad, la intención y el esfuerzo del yo es necesario, pero el alma inspira, no hace; ésta es una gran clave para la creación espiritual, y una palabra afín que suele ayudar a mantener a raya la personalidad es “naturalidad” en la acción que se quiere resulte espiritual.
Hablar entonces de construcción desde una perspectiva más profunda nos lleva directamente al plano búdico, al reino de la intuición y la razón pura, del cual el plano mental es un reflejo condicionado. Es allí donde se generan las causas que oportunamente movilizarán a constructores de los planos inferiores y, desde un punto de vista oculto, los esfuerzos realizados en estos niveles son parte de la Gran Ilusión, y si bien son válidos hasta tanto se comience a vivir en la intuición, oportunamente se develarán como insuficientes, oscuros y aprisionantes. Es interesante ver que Cáncer rige también la construcción en los tres planos inferiores, y la Luna es su regente; también suele hacerse referencia al mal empleo de las energías cancerianas, que terminan atrapando al yo en la oscuridad de su propio karma.
Al mismo tiempo, la evolución lleva a que esos niveles de conciencia se revelen como una prisión para el ser, que ahí toma conciencia de su situación e intenta acercarse más a lo que ahora percibe como la verdadera luz. Se aprecia aquí otro triángulo: Cáncer (prisión) – Leo (conciencia) – Capricornio (luz, salida) que tiene un rol definido en esta fase del progreso interno, esté o no visible en la carta natal.
Sentada la idea de que Cáncer puede también interpretarse desde el plano búdico, será bueno profundizar en la medida de lo posible. Poco se conoce en verdad de este nivel de conciencia: la literatura esotérica nos habla profusamente del movimiento en el plano mental, el estudio, la iluminación, la concentración, etc., todo tipo de miradas desde esta perspectiva. Al contrario, casi no se conocen las leyes del plano búdico, cómo se entra en contacto con él, cómo se lo domina, cómo se puede prestar servicio desde allí. Más aún: en la percepción de quienes lo han experimentado se habla de la intuición como algo amorfo y demasiado elevado como para distinguirlo de otra cosa, como si no tuviera un sentido en sí misma, y como si no estuviera sometida a una Ley superior, sino que fuese una especie de fin.
Como base teórica para comprender más prácticamente lo expuesto, es importante que consciente e inteligentemente nos conozcamos como la Mónada (Espíritu), como partes de la Vida Solar, en contacto con la materia de los seis mundos que constituyen los seis subplanos del plano físico cósmico (monádico, átmico, búdico, mental, astral y físico) a través de distintos vehículos. El contacto más fuerte es con los planos mental inferior o concreto, astral y físico, los cuales deben ser dominados por el uso de la voluntad, el amor y la luz, para revelar la realidad velada tras estos estados de conciencia. En la actualidad, la humanidad en su conjunto tiene por delante conocer y dominar el plano mental, y solamente en la medida en que las Eras pasen ocurrirá lo mismo con el búdico, al cual sólo es posible acceder a través de la mente iluminada, y que hoy, comparativamente hablando, es la meta de unos pocos.
Cáncer rige lo que El Tibetano denomina “las aguas” y no es casual que represente a este elemento. La conciencia masiva, que lógicamente tiene aplicación directa en ese estado indiferenciado que es la conciencia instintiva, también tiene una dimensión intuitiva. En efecto, si se invita al corazón a acompañar a la mente y luego se afina la atención, se apreciará que la percepción sintética no tiene un límite definido, como sucede con la mental, sino que resulta más bien difusa y omniabarcante, a la vez que profundamente clara. La energía que llega se vierte a través de Neptuno, que así demuestra por qué rige esotéricamente al signo.
A la vez, si aún la sensibilidad permite “dar una vuelta alrededor”, se notará que existe algún grado de abstracción o de dominio sobre ese plano, y ese estado posiblemente tenga que ver con la frase del Tibetano de “el Espíritu sobre las aguas”. Allí comienza la construcción subjetiva de Cáncer, desde el centro del corazón, paseando la conciencia a través del plano etérico cósmico, lo cual pone al ser en contacto con distintos tipos de energía, porque el plano etérico es siempre el plano de la energía, de los rayos enfocados a través de las estrellas, las constelaciones, los signos y sus planetas regentes, que según la afinidad con el rayo del propio ser se van a expresar a través de los distintos chakras, humanos y planetarios según la evolución.
Lo interesante es que en ese proceso de búsqueda el estado de la conciencia no es personal o individual, sino sutilmente grupal, porque es claro que se entra en contacto con energías que están más allá del yo, y para ello, aunque sea inconscientemente, es necesario conectarse con otros que no son el yo, pero que tienen una afinidad vibratoria que permite una invocación de energía como la que se alcanza. No por nada en Los Rayos y las Iniciaciones se habla del progreso grupal y se dan reglas muy profundas conectadas con el plano búdico.
Y siguiendo con la idea del contacto con energías elevadas, se puede ver que se trata de un estado creativo, de un Idealismo creativo, y ello explica por qué el 6º rayo de Devoción (expresada por Marte) e Idealismo se manifiesta a través de Neptuno. E incluso en un determinado momento cesa ese divino idealismo, y se “encuentran los límites de la creación”, que no es sino la Voluntad de los Seres que dan vida a las energías con las que se entró en contacto. Eso hace que conscientemente se obedezca Su intención, una Ley interna más elevada que las que conocemos, y ello “cierra” la creación y precipita la forma al plano mental, produciendo la encarnación.
Surge de lo anterior que la encarnación es un proceso grupal, nunca individual, porque siempre es el resultado de la Intención de una Vida Divina, a la que el ocultismo divide en estrellas, un sistema solar, un planeta, un reino de la naturaleza y demás, cada uno cualificado por un rayo determinado, que le da un “color” especial a la manifestación, y en términos concretos un matiz a la forma mental que se quiera expresar en el mundo. Dicho en otras palabras, el Plan (y sus analogías superiores) es el que produce la encarnación, y el resultado del contacto del alma con ese Plan es el que la precipita al mundo, junto a la oleada de energía que se ha liberado al planeta en ese momento.
De ahí que las interpretaciones individuales sobre el tema de las vidas pasadas tenga poca claridad, porque opera en los tres planos inferiores, el físico, el astral y el mental, y en gran medida se halla supedita a lo que ocurra a nivel grupal, donde sí algún día podrá encontrarse la verdadera clave y no sólo retazos de la verdad.
El período presidido por Cáncer es, por lo tanto, un momento propicio para aprovechar la conexión interna alcanzada gracias a Géminis, elevarse al reino de la intuición y ser parte silenciosa del verdadero proceso de creación, del cual lo acontecido en los planos físico, astral y mental no es sino un reflejo, así como el subplano etérico es el principio y los subplanos sólido, líquido y gaseoso se hallan bajo su regencia.
Es también un buen período para vivenciar la masividad especial del plano búdico, abrir el ser a nuevas energías, un plano que es grupal e indistinto en forma muy diferente a lo que ocurre en el plano astral, que no por nada es su analogía inferior y tiene aguas mucho más densas (y oscuras) que el primero. Y en todo caso se impone aquí tener en mente el triángulo Cáncer – Leo – Capricornio señalado, y hacer primar la conciencia y la luz, la humildad y la razón, antes que el espejismo.
Por último, destaquemos que la influencia de Cáncer y el servicio bastante desconocido que se realiza a través del plano búdico también tienen que ver con la construcción de una morada iluminada, aquella esplendente forma mental donde podrá habitar segura y evolutivamente la humanidad durante la Era de Acuario y durante otros ciclos tan misteriosos que por ahora sólo podemos imaginar.