Por Ricardo Georgini
De todos los signos del Zodíaco, Cáncer o el Cangrejo es el que está más asociado a lo material y lo concreto. Y nuestra experiencia en el mundo material siempre involucra la construcción y la utilización de formas. ¿Qué formas hemos construido y cómo las estamos empleando? ¿Qué formas queremos construir y cómo queremos utilizarlas? Cuestiones como estas, de un modo u otro, son traídas a nuestra atención en el mes de Cáncer, que este año va del 21 de junio al 22 de julio.
La primera forma que construimos para manifestarnos en este mundo es nuestro propio cuerpo. El mismo es construido a lo largo de la vida y reconstruido diariamente, a través de nuestros hábitos de alimentación, de respiración, de higiene, de sueño y de ejercicio físico. Y construido también de acuerdo a nuestros hábitos emocionales y mentales, que influencian la constitución del cuerpo más de lo que generalmente suponemos. Es importante atender a todos esos factores, pues el cuerpo es, necesariamente, nuestro primer y principal instrumento en el mundo; todas nuestras experiencias materiales se realizan a través de él.
La segunda forma que construimos es la casa. Es nuestro puerto seguro en medio del mundo, y nuestro lugar de refugio, recogimiento y restauración. Otra forma fundamental es la familia, sea la biológica o aquella que escogemos a lo largo de la vida. Ella es nuestro primer núcleo de relaciones humanas, de apoyo mutuo, acogimiento e incentivo.
Cuerpo, casa, familia – a partir de estas formas básicas, todas las demás son construidas: grupos, instituciones, Estados. Y así construimos colectivamente aquella gran forma que llamamos sociedad. Pero si, por un lado, la sociedad es un producto de los individuos y las familias, por el otro es en el seno de la sociedad donde ellos nacen y crecen, amparados por toda la estructura y las facilidades que la sociedad provee. Cuerpo, casa, familia y sociedad – tales las formas básicas que tornan posible, segura y fructífera toda la existencia humana en este mundo.
La influencia de Cáncer contribuye para que nos mantengamos siempre debidamente anclados al cuerpo y para que jamás nos apartemos del mundo, da la sociedad y de la vida humana común. Nos impulsa a no cambiar las experiencias concretas y mundanas, sino más bien utilizarlas apropiadamente, para que finalmente alcancemos un estado de conciencia capaz de incluir lo interno y lo externo, el espíritu y la materia, el ideal posible y la realidad actual. Así, el estímulo de Cáncer nos ayuda a no hacer de la espiritualidad una vía de escape sino un verdadero camino de realización integral.
Cáncer nos alienta a que manifestemos en la vida humana diaria todas nuestras visiones, ideas y sueños elevados. Y la herramienta más poderosa de que disponemos para construir en nuestras vidas aquello que queremos es la imaginación. Es en la imaginación donde comienzan todas las construcciones. Imaginar es construir con energía mental y emocional, y las formas así construidas subjetivamente siempre terminan concretizándose. A través de la imaginación, con enfoque y claridad, podemos reconstruir enteramente nuestras vidas y volverlas la expresión de todas nuestras aspiraciones superiores.
La vida en el mundo material puede ser una experiencia de limitación, oscuridad y aislamiento, pero también puede ser una experiencia de libertad, luminosidad y compartir. Las formas que vamos construyendo pueden terminar convirtiendo nuestra vida en una prisión que nos confine y separe de los demás. O podemos construir formas que, finalmente, conviertan nuestra vida en una estación de luz, en la que todo lo que tenemos sea libremente compartido con los demás. En el mes de Cáncer, somos llevados a reflexionar sobre esta cuestión: ¿Qué tipo de vida estamos construyendo?
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