Por Joanna García
Ni un solo movimiento que suceda en el Universo deja de afectar al ser humano y a los distintos Reinos de la naturaleza.
Lógicamente, esos cuatro grandes Festivales que conforman Equinoccios y Solsticios, tienen una importancia remarcada en la humanidad y ellos, junto con las 24 fases de Lunas Nuevas y Llenas, intentan ayudar a que nuestros relojes de vida individuales se ajusten al máximo a ese Universo donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
En los Equinoccios, esa magnífica igualdad en la duración del día y de la noche, nos habla de algo tan importante como es el equilibrio. Nos indica que seguir las pautas de sus energías nos ayudan a esa difícil armonía entre la personalidad y el alma.
Estar “sintiendo” durante tres días que ese movimiento especial de la naturaleza va a producirse, crea un espacio energético en nosotros lleno de posibilidades.
Los discípulos que están prácticamente ya en ese equilibrio, se preparan en realidad durante los noventa días anteriores a cada uno de estos eventos, modulando en su interior la música más armónica; están sintonizando con su nota vibracional con mayor profundidad.
Somos seres en los que viven las luces y las sombras y por ello, en los momentos en que la Luz universal se precipita hacia nosotros podemos encontrar con más facilidad nuestro propio equilibrio.
En el Equinoccio de Aries, el Sol corta aparentemente el Ecuador y va hacia arriba, hacia un estadio superior más sutil. El Ecuador es el punto medio. En ese paso nuestras energías trabajan con más facilidad hacia los centros superiores.
Hay como una línea vertical entre Aries y Libra y el trabajo continuo de la personalidad, superando momentos de desánimo, determina la actividad de los mencionados centros. Cualquier sentimiento de separatividad, de rencor o tantos otros que no son fáciles de detectar, alteran el Plexo Solar que está conectado con el Ajna y nos afectan durante estos días y se invierten entonces las energías sutiles del Equinoccio, se activan aún cuando sea ligeramente y se precipitan.
La fuerza del Sol es ilimitada. De él emanan todos los planetas, esas Fuentes de Sabiduría con las que trabajamos cada día de nuestra vida. Podemos elevarnos a través de fluir con esas energías, a través de la forma que cada cual tenga de meditar en la Luz y en el Amor, en forma individual o cuando sea posible grupalmente.
Si somos capaces de esa observación serena, será señal de que en vez de seguir los impulsos de Marte, estamos trabajando con su Regente Esotérico, con Mercurio pudiendo sublimar la comunicación y la elevación de los pensamientos lo cual hemos de sentir como verdadera vocación obligada ante los acontecimientos que se suceden a nuestro alrededor.
Urano el Regente de nuestra Era, irrumpiendo en este Signo está creando un aparente caos con ondas de intensa sensibilización, de profundo sentido de nuestra total conexión y respecto hacia el Cosmos, que hacer nacer en el ser humano el anhelo y sentimiento de búsqueda de libertades y de ideales.
El día 3 de Abril entrará en el Signo de Aries su Regente Marte, portador de conflictos y enfrentamientos militares en conjunción con Urano y situado también Mercurio en Retroceso forma todo ello un stellium de energías que están colaborando a ese cambio necesario de un paradigma social que ya no se mantenía.
De momento Júpiter camina a su lado hasta el mes de Junio y durante un año ha estado como suavizando y protegiendo los profundos cambios que se realizan en el planeta. En Junio entrará en el Signo de Tauro, mientras que Plutón durante un largo período de tiempo, irá sacando a la luz todo cuanto hasta ahora podía ser escondido, tanto en estructuras económicas, políticas o religiosas, dependiendo de la humanidad y de cada uno de nosotros en particular, que toda esta mezcla lleve hacia delante nuestra evolución.
Desde el corazón,
Joanna
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