Ricardo Georgini
Tauro
El trabajo de Hércules asociado al signo de Tauro es la captura del toro de Creta. El signo de Tauro habla del modo en que tratamos con la materia. Todo uso de la materia está motivado por el deseo, sea un deseo egoísta e ignorante o uno altruista e iluminado. Este trabajo de Hércules representa la reorientación de los deseos, de modo que dejen de estar dirigidos exclusivamente para el beneficio individual y pasen a estar dirigidos para un bien mayor, colectivo.
Neptuno (el Señor de los Mares) había regalado al rey de la isla de Creta un toro sagrado. Sin embargo, el rey pretendía sacrificar al animal. La tarea de Hércules era rescatar al toro y llevarlo de la isla al continente, donde estaría a salvo. Para encontrar al animal en aquella isla, Hércules se guió por una luz que brillaba en la frente del toro. Cuando finalmente consigue llegar hasta él, el héroe lo montó como si fuese un caballo y así lo cabalgó, atravesando el mar, hasta el continente.
El toro, con su constitución robusta, representa nuestro cuerpo. Y tal como el toro, el cuerpo es sagrado. Toda materia es, en sí misma, sagrada. Lo que no es sagrado, muchas veces, es el uso que hacemos de la materia y del cuerpo. El problema es que el toro está en la isla, un símbolo de aislamiento y exclusivismo. Este es todo el mal y el verdadero y único pecado: la separatividad. Semejantemente, todo bien y toda virtud pueden ser resumidos como amor, unión y fraternidad. El continente representa eso, la integración de la parte en el todo, la colectividad.
Así, el único problema con respecto a los bienes materiales, el dinero y el cuerpo, con sus apetitos, es que hemos utilizado todo eso para satisfacción de nuestros deseos egoístas. La solución no vendrá maldiciendo a la materia, maltratando al cuerpo o intentando suprimir todo deseo. El toro no debería ser sacrificado, sino rescatado para el continente. Todas las formas materiales y las capacidades del cuerpo deben ser colocadas al servicio de la colectividad. Esto será realizado cuando los deseos sean reorientados para el bien de todos. “Aquello que deseas de bien para tí, procura desearlo igualmente para todos”.
Pero, ¿cómo conseguiremos canalizar de esa manera las fuerzas del deseo? Hércules empieza guiándose por la luz en la frente del toro. Esta luz simboliza un centro de energía localizado entre nuestro entrecejo, llamado chakra frontal. Está relacionado con el corteza frontal, la región del cerebro que es responsable de nuestra capacidad de auto-observarnos, de direccionar nuestra atención adonde queremos y de realizar elecciones conscientes. El primer paso, por lo tanto, es encender esas capacidades, tan propias del ser humano, y procurar observar con alguna imparcialidad las emociones y deseos que se mueven dentro de nosotros. Así nos montamos sobre el toro, y podremos cabalgarlo.
Cuando nos identificamos excesivamente con una emoción o deseo, nos tornamos su víctima, y somos arrastrados a hacer esto o aquello de acuerdo con tales impulsos internos, que nos controlan. Pero cuando nos observamos con desapego e imparcialidad, podemos permanecer internamente libres para escoger qué hacer con nuestras emociones y deseos. Entonces se vuelve posible canalizarlos de manera más sabia y constructiva, para el mayor bien de todos.
El signo de Tauro nos confiere esa cualidad de percepción esclarecida, iluminada, que puede ser aprendida con la experiencia. Gradualmente, a través de las experiencias en medio de la materia, podemos comprendernos mejor a nosotros mismos, y descubrir que todo beneficio individual es ilusorio y temporario, y sólo el bien colectivo es real y permanente.
Ricardo A. Georgini
ricardogeorgini@yahoo.com.br
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