Cuando intentamos comprender el funcionamiento del signo de la Balanza, es útil tener en mente el concepto de equilibrio, que es a su vez causa de la tensión a adquirir en Libra, y se alcanza trabajosamente a través de la experiencia de la dualidad.
De acuerdo a nuestras reflexiones Libra, tanto cuando está especialmente activo como Luna, Sol o Ascendente individual como cuando hace sentir su presencia a niveles planetarios genera o facilita la llegada a un punto de comprensión en el desarrollo espiritual, y ese “detenimiento en tiempo” crea automáticamente un punto de tensión. Dicho estado es sumamente importante para la continuidad en el Sendero, porque cada punto de tensión significa una futura exteriorización de fuerza o energía espirituales, y en un sentido misterioso la adecuada construcción de dicho punto de equilibrio condicionará la calidad y más que nada la permanencia del servicio a prestar en el futuro.
Desde el punto de vista de la materia la actividad de Libra es vista como una pausa, como un detenerse a reflexionar y acaso a recargar vitalidad antes de afrontar nuevos retos. En cambio desde un punto de vista espiritual Libra implica dinamismo puro, ya que es ese momento de absorción con silencio en el que se recoge o aprehende la Voluntad Divina y se la manifiesta firmemente como Ley. Esa Ley interior deberá respetarse durante el siguiente estadio de la conciencia, Escorpio, cuando se prueba cuán fiel se permanece a esa realidad interna.
En la literatura esotérica se menciona a Libra como el signo activo en la época del pecado original y la infracción a la Ley divina, y esto nos permite asimismo ahondar en su significado. En la Biblia ese momento está marcado por el episodio en que Adán y Eva se reconocen como seres individuales y así distinguen el bien del mal, que no es sino la puesta en práctica de la separatividad, el principio de la evolución autoconsciente.
También existe una mirada relacionada a Libra en el relato de la época de Lemuria, durante la cual surgió a la existencia la mente humana. Nuevamente encontramos al signo como el facilitador de la dualidad, lo cual genera conflicto y paralelamente un impulso más o menos intenso de reunión de los opuestos, y es por ello que el Tibetano afirma que esotéricamente Libra rige el sexo. Veremos mejor esto a continuación.
Libra, que distribuye el Tercer Rayo de Inteligencia Activa, tiene tres regentes distintos que colaboran a su manera en esa construcción del equilibrio: el exotérico es Venus, el esotérico Urano y el jerárquico Saturno. A través de Venus es posible al afianzamiento en el plano mental, que es cuando se puede encontrar ese punto central de equilibrio que oportunamente abarca los pares de opuestos. Aquí vemos también por qué el sexo es la expresión física de Libra: Venus es la mente, y según el Tibetano la causa del deseo es la incipiente actividad e interacción de la mente con el plano físico denso; cuando la dualidad percibida intenta resolverse (más allá de lo natural), a través de la materia, toda la cuestión del sexo se ve grandemente estimulada, como se dice que sucedió en Lemuria y sigue sucediendo en la actualidad al emplear la mente-deseo para energetizar en centro sacro.
Por su parte Urano establece el ritmo deseado, anhelado o intrínsecamente aplicado en todos los planos, y de esa manera perpetúa el equilibrio. Y por último la presencia de Saturno nos sugiere que la disciplina, la restricción y el dolor presiden al signo de Libra, no desde una perspectiva emocional sino a nivel cósmico, ya que Saturno (o Cronos) es la expresión del tiempo, y en la existencia misma del tiempo ya encontramos la simiente de la separatividad, dada la diferencia entre lo Absoluto y lo Relativo, y el “dolor” de la limitación a un “círculo no se pasa” en la Vida debido a la elección de un Propósito determinado.
Lo anterior tiene que ver con la dualidad, ya que Libra triunfa como equilibrio pero elabora el mismo a través de la vivencia de algo ajeno a la propia conciencia.
Es así como a través de la actividad de este signo el propósito no es la iluminación sino la generación de tensión, espiritualmente entendida. Esto es realizado en pequeña escala a través de acontecimientos cotidianos, y tiene una elevada expresión en la comprensión de la separatividad, algo que al parecer no es posible mediante el amor, sino que éste debe complementarse con la comprensión del Propósito sintético que motivó tal dualidad y que es su fundamento oculto.
No se trata entonces de progreso, en el sentido en que comúnmente lo entendemos; y es por eso que este signo se complementa con la energía de Aries, que impulsa a ese punto de tensión adquirido hacia nuevas realizaciones y un más elevado equilibrio.
Y aquí tenemos un aspecto destacable, y es la calidad de dicho punto de tensión o de luz: como sabemos la conciencia humana tiene la característica de ser sensible a una amplia variedad de vibraciones; la continuidad de la atención puesta en un punto crea una tensión que concentra materia y permite así expresar más energía.
Una de las lecciones de Libra tiene que ver con la adecuada percepción y selección de tal punto de tensión, y sobre todo con el aprender a participar y a utilizar los puntos de equilibrio grupales y planetarios, o en otras palabras los Ashramas o la conjunción de los Ashramas y el tenue destello de Shamballa, en lo que a los discípulos refiere.
A medida que la conciencia se va descentralizando y posteriormente identificando con la Vida, Libra juega un rol muy especial en la construcción de un equilibrio a partir del cual no seamos ocultamente expulsados de dichos puntos de tensión creadora. Lógicamente que antes se necesita una cierta vibración, pero eso es rol de otros signos; lo que debemos ayudar a hacer con Libra es tener en cuenta que no es posible la afluencia de energía superior a una conciencia (y a una forma que sigue a esa conciencia) si ésta no es lo suficientemente amplia, a fin de no verse superada a largo plazo. Se requiere una cuota de ritmo uniforme, de estabilidad y de pensar en términos de esa energía que se quiere captar, a fin de que su llegada no sea peligrosa.
En el caso de un Ashrama eso implica, y todos aspiramos a ello, el desarrollar capacidad de pensar en términos grupales y en beneficio del todo, esto primero teóricamente aceptado, luego crecientemente reconocido y finalmente sintéticamente comprendido. Este pasaje de la tensión individual de la conciencia a una grupal, consecuencia de fijar la atención en temas grupales y planetarios y no individuales, pone en vigencia otra Ley, que con el tiempo adapta nuestros vehículos a las vibraciones superiores.
Es por todo ello (y mucho más que se escapa) un signo propicio para reflexionar acerca de la existencia, el significado y la complementariedad de la atención, y por ese intermedio construir puntos de tensión más sutiles, abarcativos y cargados de amor y voluntad espiritual, por cuya presencia sea posible colaborar con el cumplimiento de la Ley, la expresión de la Vida planetaria.
Es así como a través de la actividad de este signo el propósito no es la iluminación sino la generación de tensión, espiritualmente entendida. Esto es realizado en pequeña escala a través de acontecimientos cotidianos, y tiene una elevada expresión en la comprensión de la separatividad, algo que al parecer no es posible mediante el amor, sino que éste debe complementarse con la comprensión del Propósito sintético que motivó tal dualidad y que es su fundamento oculto.
No se trata entonces de progreso, en el sentido en que comúnmente lo entendemos; y es por eso que este signo se complementa con la energía de Aries, que impulsa a ese punto de tensión adquirido hacia nuevas realizaciones y un más elevado equilibrio.
Y aquí tenemos un aspecto destacable, y es la calidad de dicho punto de tensión o de luz: como sabemos la conciencia humana tiene la característica de ser sensible a una amplia variedad de vibraciones; la continuidad de la atención puesta en un punto crea una tensión que concentra materia y permite así expresar más energía.
Una de las lecciones de Libra tiene que ver con la adecuada percepción y selección de tal punto de tensión, y sobre todo con el aprender a participar y a utilizar los puntos de equilibrio grupales y planetarios, o en otras palabras los Ashramas o la conjunción de los Ashramas y el tenue destello de Shamballa, en lo que a los discípulos refiere.
A medida que la conciencia se va descentralizando y posteriormente identificando con la Vida, Libra juega un rol muy especial en la construcción de un equilibrio a partir del cual no seamos ocultamente expulsados de dichos puntos de tensión creadora. Lógicamente que antes se necesita una cierta vibración, pero eso es rol de otros signos; lo que debemos ayudar a hacer con Libra es tener en cuenta que no es posible la afluencia de energía superior a una conciencia (y a una forma que sigue a esa conciencia) si ésta no es lo suficientemente amplia, a fin de no verse superada a largo plazo. Se requiere una cuota de ritmo uniforme, de estabilidad y de pensar en términos de esa energía que se quiere captar, a fin de que su llegada no sea peligrosa.
En el caso de un Ashrama eso implica, y todos aspiramos a ello, el desarrollar capacidad de pensar en términos grupales y en beneficio del todo, esto primero teóricamente aceptado, luego crecientemente reconocido y finalmente sintéticamente comprendido. Este pasaje de la tensión individual de la conciencia a una grupal, consecuencia de fijar la atención en temas grupales y planetarios y no individuales, pone en vigencia otra Ley, que con el tiempo adapta nuestros vehículos a las vibraciones superiores.
Es por todo ello (y mucho más que se escapa) un signo propicio para reflexionar acerca de la existencia, el significado y la complementariedad de la atención, y por ese intermedio construir puntos de tensión más sutiles, abarcativos y cargados de amor y voluntad espiritual, por cuya presencia sea posible colaborar con el cumplimiento de la Ley, la expresión de la Vida planetaria.
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